Como ya lo predicaran Erickson,
Beck o Ellis, entre muchos otros, y tal como lo aprendemos los profesionales
del comportamiento humano a lo largo de nuestra carrera profesional, es de
relevancia mayúscula que el psicólogo posea
y demuestre un buen y gran sentido del humor a sus pacientes (que no
comportamiento irrisorio) durante y a lo largo de la mayoría de sus intervenciones
terapéuticas con los mismos, además de consigo mismo.
La finalidad no es otra que la de
servir de ejemplo de comportamiento al paciente y que éste finalmente se contagie
del buen humor, lo aprenda, y aprehenda ese sentido del humor con el que pueda desdramatizar
con facilidad los pequeños errores de la vida. Además, de ayudar a ambos,
paciente y profesional, a relativizar con mayor ingenio y seguridad cualquier
situación de su rutina diaria.

Si bien es cierto que la mayoría de los profesionales del comportamiento humano cuentan con este recurso, también lo es que muchos han de adquirirlo, y que en definitiva todos, tienen momentos más o menos álgidos en su vida que lo desgastan o disminuyen, por lo que siempre habrán al menos de entrenarlo. Y lo mismo ocurre, claro está, con las demás personas incluídos los pacientes.
¿Cómo entrenar el buen humor ante
la vida?
Actualmente contamos con bastantes
menos recursos y metodologías de las que nos gustaría para entrenar esta
importante habilidad. La totalidad de la humanidad, sin excepciones ni
diferencias de raza o cultura, está de acuerdo en admitir la sonrisa y la risa
como la expresión más natural y certera de bienestar humano, y sin embargo, esa
sonrisa que tanto busca cualquier profesional sanitario, ya sea psicólogo,
otorrino o cirujano, no cuenta aún con una intervención lo suficientemente reconocida
para su tratamiento, muy a pesar de su existencia, de sus bases científicas y de
las bases médicas que la sustentan, o no al menos con el reconocimiento que
merece.
Esta metodología que nace en la
medicina y que se refugia en la ciencia probada es: La Risa Terapéutica. Este
importante recurso metodológico no sólo entrenará al paciente su sentido del
humor, sino que también y como especial añadido, a través de su práctica
continuada ejercitará y mejorará su autoconcepto, su autoestima (aumentándola),
sus habilidades sociales y comunicativas, que serán en esta terapia una
constante, su desinhibición sociocultural, entre muchas otras, así como su
capacidad para reír como recurso natural de equilibrio psicofisiológico, y todo
ello a través de una no menospreciable potenciación de la segregación de
neurotransmisores tales como las endorfinas, la serotonina o la dopamina, por
ejemplo.
Asimismo, no es únicamente una
terapia orientada hacia el paciente, que dependiendo de una y otra
característica psicopatológica, se verá favorecido por unos u otros beneficios
de la Risa Terapéutica, sino que también, es el mejor método de aprendizaje
para el profesional de la salud psicológica, y por tanto, un logro de gran
importancia en su bagaje profesional.
De esta manera, la Intervención
en Risoterapia se alza como un recurso a tener en cuenta en el desarrollo de
tratamientos psicológicos, sino de primera línea, sí al menos como tratamiento
de apoyo, que a pesar de haber ganado su reconocimiento en la Intervención
Psicológica en pacientes enfermos de cáncer o en tratamientos de estrés
postraumático infantil donde Unicef le saca su máximo partido, aún nos resistimos a
incluir en nuestra colección de herramientas terapéuticas, más a pesar aún del
beneficio ulterior que este tratamiento posee en la salud mental del paciente.
En definitiva, La Risoterapia,
que no entiende de raza, sexo, religión, o estado, puede ser una gran aliada
del profesional de la psicología y por ende del bienestar humano, tal y como lo
es reír, pasear o pasar el rato con familia y amigos, que tantas veces
aconsejamos y prescribimos a nuestros pacientes.
Aunque su desconocimiento ha de
suponer necesariamente la desconfianza hacia su práctica, una buena manera de conocer
sus beneficios o desventajas puede ser sumergirse en ella durante unas horas al
mes y comprobar en primera persona sus beneficios, que seguro no os dejarán
indiferentes y marcarán un antes y un después, no sólo en nosotros mismos sino
también y además, en nuestros mimados pacientes.
Patricia Merino López
Psicóloga y Risoterapeuta en "Psicolog"
Psicóloga y Risoterapeuta en "Psicolog"