Como ya
viene demostrando y aplicando científicamente la psicología desde hace décadas:
nuestro manual de instrucciones y uso, nuestro genoma humano, es mucho más
sensible a la mente consciente de la persona de lo que la creencia cotidiana cabe
sospechar habitualmente. De hecho, son abundantes los estudios científicos, de
diversos ámbitos de la medicina que así lo constatan.
Específicamente
en relación con la felicidad, así lo ha demostrado un reciente estudio
publicado en la revista “Proceeding of the National Academy of Sciences” a
través del cual hoy conocemos que dependiendo del tipo de felicidad que experimentemos,
nuestros genes determinarán su expresión en nuestro organismo de una u otra
manera.
En concreto,
los resultados de esta investigación llevada a cabo por científicos de la
Universidad de California, diferencias dos tipos de felicidad bien distintas con
dos expresiones genéticas bien diferenciadas e incluso contrapuestas también.
Por un lado
los investigadores han encontrado que los individuos que disfrutan de una
felicidad eudaimónica, esto es, felicidad subjetiva que se experimenta con
motivo de llevar una vida plena, satisfecha y coherente a las metas vitales, estimulan
la expresión de patrones genéticos favorables a la segregación de anticuerpos y
anti-inflamatorios, o lo que es lo mismo, favorecen un óptimo funcionamiento
del sistema inmunológico.
Mientras que, por otro lado, individuos que experimentan una felicidad hedónica, esto es, felicidad subjetiva experimentada a través de la obtención de placer, evitación del dolor, obtención de fama y/o reconocimiento, estarían estimulando la expresión de perfiles genéticos relacionados con procesos inflamatorios además de un bajo nivel de anticuerpos.
Mientras que, por otro lado, individuos que experimentan una felicidad hedónica, esto es, felicidad subjetiva experimentada a través de la obtención de placer, evitación del dolor, obtención de fama y/o reconocimiento, estarían estimulando la expresión de perfiles genéticos relacionados con procesos inflamatorios además de un bajo nivel de anticuerpos.
En resumen,
mientras que aquellos individuos que experimentan felicidad a través de una
vida plena, ven incrementados sus niveles de anticuerpos y disminuidos sus
niveles inflamatorios, aquellos individuos que se sienten felices por obtener
fama y placer modificarían su expresión genética en sentido complemente opuesto
y negativo.
Cabe
resaltar un dato más que el estudio también evidencia, y es que “individuos que
alcanzan una felicidad hedónica, no se sienten psicológicamente peor ni mejor
que aquellos que disfrutan de una felicidad eudaimónica. Sin embargo (aún
experimentando ambos los mismo niveles de emoción positiva) sus genotipos
responden de manera muy diferente” según Steven Cole, coautor del estudio.
A la vista
de la evidencia, es innegable que el tipo de felicidad del que disfrutemos tiene
importantes efectos en nuestra salud, y es de suponer por tanto, que también la
tristeza por ejemplo, deje huella fisiológica en nuestro funcionamiento
orgánico a través de nuestra expresión
genética, donde aunque ya demostrado, queda camino por recorrer.
Lo que es
indiscutible médica y científicamente es que los acontecimientos que suceden en
nuestra mente tienen sus repercusiones en nuestro organismo, y viceversa, a través de enfermedades o de ventajosos
procesos inmunes como sucede en este caso por ejemplo.
Existiendo
finalmente entre ambos un delicado proceso de retroalimentación mente-cuerpo y
cuerpo-mente donde nuestra conducta y nuestros actos serán quienes rompan la
estática y perpetuidad de un estado y permitan el cambio y la evolución de
nuestro organismo en su totalidad.
O lo que es
lo mismo, es nuestro comportamiento mental y nuestra conducta, quienes
permitirán a la postre modificar nuestros estados de salud en un alto
porcentaje de las veces, cuanto menos ayudar en todos ellos, siendo nuestra
mejor medicina: Y he aquí lo maravilloso del ser humano, su capacidad de cambio…
He aquí lo maravilloso de la ciencia psicológica… El por qué de practicar
deporte, relajación o el por qué del poder de una sonrisa.
Patricia
Merino López
Fuente: http://www.pnas.org/
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