El término "Paramnesia Reduplicativa" fue usado por primera
vez por el neurólogo Arnold Pick para describir el conjunto de síntomas que
presentaba una paciente con indicios de padecer trastorno de Alzehimer.
Estos síntomas consistían en la creencia firme que la
paciente presentaba sobre su ubicación, de la que afirmaba específicamente
haber sido trasladada de un hospital a otro idéntico, de una ciudad que estaba
completamente duplicada en otro lugar, y con idéntico personal, es decir,
afirmaba la existencia de dos ciudades absolutamente gemelas, con los mismos
lugares, el mismo nombre, e incluso los mismos objetos y personas: incluido el
mismo Doctor Pick que le atendía.
En efecto, estos son los síntomas por los que hoy se conoce
a la Paramnesia Reduplicativa: creer en la existencia de lugares duplicados por
completo, desde el más ínfimo florero hasta las personas que lo transitan,
además de comprender lugares conocidos o reales pero también lugares totalmente
exóticos e ilusorios.
La etiología de este trastorno puede encontrarse en
trastornos tales como los traumatismos craneoencefálicos, las demencias,
encelopatías, accidentes cerebrovasculares o trastornos afines relacionados en
última instancia con el daño cerebral, pues se postula que son los daños en las vías de comunicación
temporo-frontales los últimos responsables de esta desorientación viso-espacial
y de la dificultad de integración del recuerdo propios de la Paramnesia
Reduplicativa.
No obstante, se ha comprobado que este trastorno tan peculiar no tiene por qué coincidir en temporalidad con el daño cerebral
sufrido, pudiendo aparecer más tarde, incluso meses después del mismo, lo que
dificulta la comprensión de las causas específicas que subyacen al fenómeno de
la Reduplicación.
A pesar de ello la vía de estudio de la Paramnesia Reduplicativa es muy
prometedora tanto por la implicación que posee en el diseño de estrategias de
intervención efectivas para su sintomatología misma, como también por el añadido que supone en la comprensión de los procesos memorísticos.
Patricia Merino López
Buen blog
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