Una dieta siempre tiene principalmente 2 objetivos, por un
lado es evidente que tiene como meta reducir nuestro peso, pero por otro lado
tiene también otro objetivo primordial que consiste en volver a acostumbrar a
nuestro cuerpo a ingerir todo tipo de alimentos sin que los almacene en
demasía, o lo que es lo mismo, elevar la tasa metabólica del organismo.
Pero ¿cómo acostumbramos a nuestro cerebro, que es el máximo
responsable de enviar las señales de hambre y saciedad, a una nueva rutina
alimentaria?
Muchos son los artículos que aconsejan sobre alimentos y
hábitos para reducir peso, y sin embargo, son muy pocos los que nos orientan
sobre cómo reeducar en saciedad y hambre a nuestro cerebro, quien en definitiva
gobierna todo nuestro organismo. O lo que es lo mismo: pocos nos orientan sobre
cómo reeducar nuestro comportamiento alimentario.
Nuestra conducta alimentaria está contralada por señales de
hambre y saciedad que son enviadas por un conjunto de órganos internos (como
partes de nuestro estómago) así como de nuestra vista, oído, gusto, tacto,
olfato y un largo etcétera de circunstancias que las activan y ponen en marcha.
Visto así, lograr nuestro objetivo de reducir peso, bien sea por necesidad o
por estética (ojo que nunca por debajo de nuestro normopeso) se verá facilitado
si hacemos que estas señales lleguen en menor medida a nuestro centro de operaciones,
en el caso de hambre, y en mayor medida en el caso de saciedad.
A continuación os detallamos 5 consejos que propiciarán este
cambio, que si bien no harán que nuestro organismo deje de sentir hambre
rotundamente y/o esté saciado durante todo el día, sí proporcionan los medios suficientes
para que este proceso sea mucho más ameno, evitando con mayor probabilidad que
abandonemos nuestro objetivo:
1 COME EN SOLITARIO
DURANTE EL RÉGIMEN
Mejor comer en solitario que acompañado durante la dieta, y
cuantas menos personas mejor. A más personas más distractores para nuestra
atención, de manera que nuestro cerebro perderá la noción del tiempo que habitualmente pasamos comiendo y las señales
de saciedad tardarán en enviarse desde éste hasta que ya sean obvias (estómago
pesado). Es lo que suele ocurrir en las bodas, reuniones, etc.
2 CUANTA MENOS
VARIEDAD DE ALIMENTOS MEJOR
Un primer plato, un segundo y agua es suficiente, sin salsas
ni guarniciones. Estamos preparados para no pasar hambre, y eso lo llevamos
codificado genéticamente. Así, cuanto más alimentos podamos almacenar mejor, y
más aún si son de distintos tipos,
puesto que los nutrientes que necesita nuestro organismo no podemos extraerlos
de un sólo alimento, y eso nuestro cuerpo lo sabe bien. Por lo tanto, a más
variedad, más irresistible el deseo de comer.
3 NADA DE NEVERA
LLENA DE APETITOSOS PRODUCTOS, NI DE VER PROGRAMAS DE COCINA, ENSAYAR NUEVAS RECETAS, ETC.
Ni qué decir tiene que todo lo que nos recuerde a comida nos
activará ese gusanillo que finalmente nos hará "picar". La visión de
diferentes y apetitosos productos,
el olor agradable de los guisos, etc. Propiciarán que las señales de hambre se
activen y además con fuerza. Es algo que todos conocemos. No obstante si no
podemos evitar tener que cocinar para otros, como es el caso de las familias
con niños, podemos rebajar el impulso de comer si cocinamos siempre los mismos
platos y cuanto más sencillos mejor.
4 COME DESPACIO
Evita las prisas. Tu mente está acostumbrada a un tiempo
comiendo en la mesa, si comes rápido engullirás mayor cantidad de alimento en
el mismo tiempo, y de lo que se
trata es de emplear la señal de la noción del tiempo a nuestro favor. Por otro
lado, al comer despacio damos más tiempo a que las señales de saciedad del estómago lleguen al cerebro y así éste
avise antes de la saciedad. Y por último, nuestro estómago trabajará menos al llegarle nutrientes bien deglutidos y almacenará
menos grasa. Es un 3x1: noción del tiempo, señales de saciedad del estómago y
menor almacenamiento de grasa.
5 HAZ LAS COMIDAS
SIEMPRE EN EL MISMO SITIO
Se trata de que no alternes la comida en otros lugares que no están destinados a
ese fin, como comer en frente del ordenador por ejemplo, o haciendo otra actividad que no sea
exclusivamente la de comer, como comer en frente del televisor. La cuestión es
no propiciar que se condicione la acción de comer a otros lugares o actividades,
de manera que no nos sorprenda el hambre cuando hacemos otras tareas de nuestro
día a día. Para ello reserva siempre el mismo espacio y la misma hora
exclusivamente para comer.
6 MANTENTE
ENTRETENIDO LAS HORAS DE "NO COMER"
Aquí el objetivo es nuevamente que nuestra mente pierda la
noción del tiempo (punto 1 y 3) y además que nuestra atención se encuentre fijada en cualquier otra cosa que no sea
comer. El trabajo, los amigos, salir a dar un paseo, y el ejercicio necesario
que exige la dieta son ejemplos de actividades que nos mantendrán despistados
de las señales de hambre. Por supuesto nada de caramelos ni chicles.
7 HAZ EJERCICIO
El ejercicio, además de entretener, por sí solo ayuda a
disminuir las señales de hambre que emite nuestro cerebro mediante otros
mecanismos y además quema energía,
siendo una herramienta clave para elevar la tasa metabólica de nuestro
organismo de manera que no vuelva a acumular peso una vez finalicemos nuestro
régimen. Es otro 3x1 obligatorio en cualquier dieta.
Por último recordar que la ganancia básica de estas pautas
reside en acostumbrar, en menor tiempo y esfuerzo, a nuestro organismo, a tener
hambre sólo en lugares, horarios y cantidades específicas y que el resto del
tiempo permanezca despistado, tal y como comentábamos al principio. De esta
forma conseguiremos, por un lado, no abandonar nuestra dieta, por otro,
alcanzar nuestro objetivo de reducir el peso y ganar salud, y por último y no
menos importante, habremos facilitado prolongar en el tiempo los resultados y
con ello unos hábitos alimenticios saludables que nos evitarán tener que volver
a hacer régimen.
Pero para ello, como todo, hay que hacer
especial hincapié en que toda meta y proyecto necesita trabajo y constancia, que
finalmente, segurísimo, se convertirán en resultados.
Muchísima suerte!!
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