En el quehacer cotidiano es muy
habitual emplear diferentes términos al hablar sobre los profesionales de la
salud mental. Ejemplo de ello son términos como psicólogos psicoanalistas,
psicoterapeutas, terapeutas, terapeutas psicodinámicos, cognitivos o psicólogos
tal cual, que se usan a veces indistintamente para referirnos a un profesional
de la psicología.
Pero si bien es un hecho que
normalmente carece de importancia, la cosa se complica cuando por necesidad nos
vemos en la situación de solicitar ayuda psicológica. Es aquí cuando nos
encontramos un panorama publicitario en el que se mezclan dichos términos,
confundiendo en nosotros el concepto de psicólogo y lo que es peor, no
ayudándonos en absoluto a elegir finalmente a un profesional acorde con nuestra
problemática.
Por esta razón, hemos decidido
aclarar dos de los términos que más se prestan a confusión, contando
afortunadamente para ello con la opinión profesional de Rogervan Rubattino: Msc.
, MBA, Licenciado en Psicología con
formación psicoanalítica americana, con más de quince años de experiencia, psicoterapeuta y reconocido en el mundo online por sus
indispensables aportaciones, tanto en el ámbito psicológico, como en el de las artes,
la música o la informática, que hacen de él un psicólogo de un bagaje personal
y profesional extraordinario para el desarrollo de esta bella ciencia, en la
que seguro dará mucho que hablar.
Rogervan, muchas veces oímos hablar de psicólogo,
psicoterapeuta o psicoanalista, pero realmente, ¿estamos hablando de lo mismo?
No exactamente. Un psicoanalista puede
ser hoy en día en determinados contextos un psicólogo o psiquiatra especialista
en técnicas psicoanalíticas y de tratamiento cuya base o fundamento es el
psicoanálisis u otras teorías de aproximación freudiana, con experiencia
suficientemente desarrollada.
Mientras que el psicoterapeuta
puede ser un psicólogo, un psiquiatra o un profesional de la salud mental cuyo
perfil profesional es en la actualidad muy variado, y que no necesariamente
subscribe sus intervenciones clínicas al psicoanálisis como tal. Un
psicoterapeuta puede estar especializado
en la aplicación de una o más psicoterapias determinadas.
No todos los psicólogos son o
pueden ser llamados psicoanalistas sólo por abrogarse una formación teórica que
no esté lo suficientemente desarrollada por la necesaria experiencia en este
tipo de psicoterapia. Por otro lado hay muchos psicoterapeutas que sin ser
psicoanalistas pueden ejercer perfectamente en el ámbito clínico y desarrollar
intervenciones cuya orientación sea distinta al psicoanálisis.
Entonces, ¿qué es psicoanálisis y qué es psicoterapia?
El psicoanálisis es una teoría
psicológica compleja y prolija, un método de aproximación psicológica de
tratamiento con bases clínicas y también una psicoterapia con sus propias
técnicas de intervención, esto quiere decir que como terapia está perfectamente
diferenciada de otras, aunque en algunos contextos no se aprecie así.
¿Qué diferencias existen entonces entre los psicólogos
que se hacen llamar psicoanalistas, psicoterapeutas o quienes no ostentan ese
título en sus anuncios?
Un profesional de la psicología,
en el peor de los casos, quizás utilice el término "psicoanalista"
como reclamo para actuar de manera favorable sobre un segmento de posibles
pacientes que, guiados por dicha orientación, acudan a consulta con
expectativas de tratamiento que a la larga no serán satisfechas como lo haría
un psicoanalista con la idoneidad y competencia que se requiere en cualquier
contexto psicoterapéutico que se precie por su justo rigor.
Un psicoterapeuta, sin embargo,
no empleará en la mayoría de las ocasiones el término psicoanalista, a no ser
que en realidad lo sea, puesto que en la
actualidad por lo general se conviene en intervenir habitualmente mediante el
uso de diferentes técnicas y terapias de manera conjunta, como por ejemplo: terapias
cognitivas, conductuales, etc.
En conclusión, un psicoterapeuta
es un profesional de la ciencia psicológica que puede integrar o no, diferentes
técnicas o modelos teóricos en su intervención para la óptima atención de sus
pacientes, mientras que un psicoanalista basa y desarrolla sus intervenciones
en el modelo y teoría psicoanalítica exclusivamente, salvo contadas excepciones
propias del neopsicoanálisis.
Al hablar de psicoanálisis nos es imposible no relacionarlo
con Freud y también con todas las incógnitas negativas que le rodean... ¿Qué
hay de cierto en todos esos rumores acerca de Freud y el psicoanálisis?
Llegados a este punto, es
imprescindible puntualizar que las teorías freudianas bajo mi apreciación no es
que aporten conceptos erróneos para la psicología, más bien se podría decir que
su cuerpo teórico tiene limitaciones y una validez relativa en muchos aspectos
y contextos como lo podría tener cualquier otra teoría psicológica u
orientación terapéutica.
En base a la interpretación de
dichas limitaciones y a la manera que se enfoquen los constructos
psicoanalíticos se tenderá a tener posiciones extremas en referencia al
psicoanálisis o más integradoras.
Independientemente de la posición
extrema que adopte el futuro psicólogo en formación o no con respecto al
psicoanálisis y Freud, los aportes que dicha teoría realizó son indiscutibles
en el desarrollo histórico de la psicología como ciencia.
El psicoanálisis fue una de las
primeras teorías que contribuyeron de
manera inefable a los inicios de la terapia psicológica como tal, ya que nació
tomando como base la práctica clínica (consultas y pacientes diarios de Freud),
de modo que desarrolló un conocimiento muy diferente al resto de productos
psicológicos de aquella época, procedentes de la psicología experimental ávida
de registros e indicios constatables.
Esta psicología experimental
generaría más constructos en los cuales no mediaba la intervención humana en
ellos, en la mayoría de los casos, y que a la postre daría como resultado
constructos más generalizables pero a la par, con una menor validez ambiental
que los obtenidos de los casos clínicos específicos, con pacientes reales en
condiciones reales.
Freud, por tanto, desarrolló su
teoría en base a los pacientes que él mismo atendía, lo que derivó en aportes muy
ricos en conceptos, pero difícilmente susceptibles de medición empírica, en un
desafortunado momento en que la psicología se esforzaba en el ámbito
experimental para ser reconocida como ciencia.
Este hecho propició que algunas
escuelas y orientaciones psicológicas aún mantengan la perspectiva de que el
conocimiento psicoanalítico no es fácilmente comprobable o simplemente lo
tachen de completa falacia, de forma que desprestigian en ciertos contextos
esta práctica (no es el caso de EEUU u otros países donde la orientación y
práctica del psicoanálisis está más difundido y aceptado antes y ahora), y
aunque en su mayoría, la psicología moderna asume un enfoque integrador y
ecléctico de las distintas terapias en favor de una atención más eficiente para
el paciente, algunos sectores no reconocen en el psicoanálisis nada más que una
mitología plagada de supercherías.
Comentas que no es el caso de los EEUU... Parece como si
existieran diferentes tendencias en psicología dependiendo del área
geográfica...
En Europa, habitualmente, los
psicólogos tienen mayor conocimiento y más minucioso de la psicoterapia
cognitiva, conductual y/o positivista, por ejemplo, con respecto a los
americanos.
Sin excederme en tiempo, cabe
mencionar que en la teoría psicoanalítica, en la que uno de los conceptos
principales es el manejo y análisis de contenidos tanto manifiestos como no manifiestos,
se pueden llevar a estudio los mismos como una unidad divisible que se puede analizar,
encuadrar y tratar de manera conjunta o por separado.
Mientras que otros enfoques
psicológicos como el conductual sólo admiten la existencia de lo manifiesto y en
su caso sólo de la conducta observable y medible.
Es decir, mientras que la
psicología conductual por ejemplo (dicho pronto y mal), poda las ramas del
árbol enfermo, el psicoanálisis buscará la raíz del problema (parte que el
conductismo tiene olvidada). De esta forma la teoría conductual hace que aunque
se trate con éxito un determinado trastorno, no se abunde en conocer el origen
interno y su psicodinámica e incluso que dicho trastorno pueda volver a ser experimentado
manifestándose como una patología sustitutoria.
Ahora bien, una característica
excepcional de la psicoterapia psicoanalítica, es la importancia que adquiere
en ella la comprensión del inconsciente. También destaca el tipo de
comunicación con el paciente, que alcanza una relevancia indispensable, la
facilitación de la información por parte de éste o el cuidado de la relación
terapéutica, todo ello bajo una serie de métodos y estrategias terapéuticas,
que otras corrientes sin embargo no comparten.
Entiendo que unos y otros están especializados en
distintas cosas, ¿sería correcto entonces derivar unos y otros trastornos a
depende qué especialista?
El modelo de derivar trastornos a
especialistas es un modelo médico-clínico, que en el caso de la clínica
terapéutica también tiene su reflejo, puesto que actualmente además se trabaja
con grupos multidisciplinares en el abordaje integral de ciertos trastornos,
patologías o psicopatologías, que ya se están dejando notar en el ámbito
sanitario desde hace algún tiempo.
Bajo ciertos puntos de vista
puede interpretarse que dicha deriva repercute de manera beneficiosa en una
mayor comunicación entre médicos, psicólogos y personal sanitario, y una mejor
atención en el paciente en última instancia.
Sin embargo, en ciertos ámbitos
no es lo habitual entre psicoterapeutas, al menos bajo ciertos contextos y
praxis el derivar, puesto que de ser así y sin causa necesaria, podría
interpretarse en realidad como un déficit de eficiencia en el tratamiento del
paciente en cuestión y/o en su abordaje.
Hay que recordar que en la
actualidad los psicólogos y psicoterapeutas adquieren en su mayoría un enfoque
integrador que les hace hasta cierto punto conocedores de ciertas técnicas de
intervención lo que no significa necesariamente que sean completamente
competentes en cada una de dichas técnicas y en todos los ámbitos psicológicos
donde las mismas pueden ser aplicadas.
Para
terminar Rogervan, ¿nos podrías indicar algún consejo sobre cómo elegir uno y
otro especialista?
Por supuesto. Lo principal para
poder elegir a un especialista es que tenga una titulación constatada y además,
asegurarse de cuáles son los méritos y/o experiencias que ese profesional tiene
con respecto al abordaje de ciertos trastornos. Tampoco está demás reconocer,
en su justa medida, cuáles son las limitaciones que pueda tener.
En definitiva, tomarse un momento
para investigar si la línea teórica que maneja el profesional se corresponde
con nuestras expectativas de atención.
Con la colaboración especial de Rogervan Rubattino, quien ha
contribuido a este espacio aportando, no sólo su eriquecedora opinión profesional, que
también, sino todo el saber del que dispone de manera totalmente desinteresada, motivada y afable.
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Patricia Merino López
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