martes, 21 de octubre de 2014

¿POR QUÉ LAS OFERTAS NOS RESULTAN TAN IRRESISTIBLES?



Es bien sabido que en muchas ocasiones (más de las que nos gustaría) las ofertas se tornan irresistibles... Puede ser un bolso que cuesta 2'50€, unos yogures en oferta de 3x1, o un coche rebajado en 4000€.... Sin embargo en la mayoría de estas ocasiones, también acabamos "picando" con artículos que, lejos de ser un chollo, se han convertido en auténtico dinero malgastado. Y es que incluso a veces, intuyendo de antemano que esto iba a pasar, hemos comprado igualmente: 


¿Por qué no podemos resistirnos a una oferta? ¿Por qué además nos gusta visitar estas tiendas low cost?


En un muy primer lugar, hay que mencionar que estas ofertas están meticulosamente estudiadas para generar este comportamiento específico en nosotros. Esto es, son fruto de elaborados análisis e investigaciones científicas donde se pone a prueba el comportamiento del consumidor, y es la especialidad de la Psicología del Consumidor quien además se encarga de ello. 


Saben que terminar un precio en 9 (Falda 3'99) genera la percepción en el cliente de que el producto es de baja calidad, en contraposición con el 5 (Falda 3'95) que le brinda al producto la percepción de auténtico artículo de calidad en oferta. Conocen las canciones que suscitan a la compra, incluso los momentos del día asociados a la compra de cada artículo, y cómo no, conocen a un nivel experto cómo funciona nuestra conducta de compra y qué la motiva.

Es en este caldo de cultivo creado por los comerciantes, donde éstos además aprovechan un pequeño "desliz mental", propio del ser humano, que le hace susceptibles de dejarse llevar por comportamientos que le generen satisfacción instantánea.


Esto es, el ser humano, como el resto de seres, se rige por un principio hedónico de acercamiento a conductas placenteras y alejamiento de comportamientos desagradables (como acercamiento a comida y alejamiento de tocar el fuego), pero a diferencia de otros seres vivos, hemos desarrollado de manera eficiente el complejo sistema que nos permite dirigir este principio hedónico, de forma que somos capaces de demorar una gratificación momentánea en pro de un mayor beneficio en el futuro: es el papel principal que juega el Córtex Prefrontal.

 Todas las personas, unas en mayor medida y otras en menor, pero todas con un alto nivel de eficacia, somos capaces de demorar un premio momentáneo en beneficio de un premio mayor en un futuro, es lo que sucede por ejemplo a la hora de ahorrar, o de trabajar todo el mes en beneficio de una única y cuantiosa paga a principios del siguiente. Es lo que se conoce como "demora de la gratificación". No obstante, pese a esta función diferenciadora de nuestra especie que nos aporta grandes beneficios evolutivos, nuestro organismo sigue conservando, como no podía ser de otra manera, su tendencia hedónica de placer y displacer.



¿Qué tiene todo esto que ver con las ofertas?


Cuando vemos una oferta exclusiva, que no llega casualmente a nuestros ojos, sino que como decimos está concienzudamente estudiada para que lleguemos a ella, los comercios están aprovechando un pequeño desliz de nuestro cerebro, consistente en que aún sabiendo que contenernos de la compra nos saldrá más beneficioso que perder dinero en algo innecesario o de mala calidad, no puede evitar darnos una pizca de satisfacción inmediata en forma de endorfinas y demás sustancias, que nos hacen felices. Momentáneamente, pero felices.


En resumen, tenemos un sofisticado sistema que nos permite pensar a largo plazo, aplazar sucesos si con ello vamos a obtener un beneficio mayor, reflexionar sobre ello, etc... Pero en determinados momentos en que somos más susceptibles, bien por circunstancias que otros provocan, bien por nuestras mismas circunstancias, nuestro cerebro puede inclinarse hacia el placer y la satisfacción, de manera que encontraremos irresistible darnos un capricho o una pequeña alegría.

Y es que, estas alegrías no hay que descuidarlas.... Pues los seres humanos necesitamos una estabilidad entre los sucesos desagradables o menos agradables de nuestro día a día y aquellos que nos hacen sentir bien... La clave del bienestar está en encontrar ese equilibrio que nos facilite el tomar decisiones acertadas en su momento o el reflexionar de la manera más eficiente posible sobre cuestiones del día a día. La forma más sana de lograrlo es balancear nuestra vida con actividades que nos hagan sentir bien, como el ejercicio, la lectura, o la simple charla entre amigos con aquellas más laboriosas y desgastantes como el trabajo.


Eso sí, aunque signifique tirar el dinero, o pese a no ser la decisión más meditada, nadie dice que despilfarrar (con moderación) en una oferta no sea una manera útil, como cualquier otra, de darnos felicidad. Así que si por la circunstancia que sea, no has podido hacer ejercicio, comer bien, leer algo que te gusta, charlar con los amigos, reírte o simplemente disfrutar... ¿Por qué no equilibrar la balanza dándote el capricho de una pequeña oferta? 


Patricia Merino López

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