Científicos del Instituto Nacional para las Ciencias
Fisiológicas, dirigidos por Kyusuke Kakigi, junto con la Universidad de Chuo,
liderados por Masomi K. Yamaguchi e Hiroko Ichikawa, ambos en Japón, acaban de
realizar una investigación pionera en reconocimiento emocional que podría
suponer un gran avance en el estudio del Trastorno por Déficit de Atención con
Hiperactividad (TDAH en adelante).
Esta investigación ha puesto de manifiesto las diferencias existentes en el reconocimiento facial de la emoción de alegría y enfado entre niños que no padecen TDAH frente a un grupo de niños que sí padece este trastorno.
Específicamente, el proceso de la investigación consistió en
cotejar los cambios hemodinámicos o cambios en el flujo sanguíneo cerebral
(aporte de oxígeno y nutrientes a las neuronas) mediante una técnica no
invasiva de espectroscopia cuando los niños, 13 niños sin TDAH (grupo control)
y otros 13 que sí lo padecen, eran expuestos a imágenes en las que una mujer mostraba
una expresión emocional neutral, alegre y enfadada.
Los resultados mostraron que, en el caso de los niños con un
desarrollo normal, las imágenes de expresión feliz y enfadada generaban en
ellos cambios hemodinámicos notables en el hemisferio derecho, responsable del
reconocimiento emocional. En cambio, los 13 niños con TDAH únicamente mostraron
estos cambios en el flujo sanguíneo ante la presentación de las imágenes que
denotaban felicidad o alegría, no observándose ningún cambio cuando la imagen
mostraba una cara de enfado.
Es decir, los niños con TDAH mostraron incapacidad a la hora
de reconocer la expresión facial del enfado, lo que podría explicar en un buen
grado la dificultad que estos niños encuentran en el establecimiento de
relaciones sociales con sus iguales, a la par que podría favorecer a su vez el
déficit y/o retraso en el desarrollo del córtex prefrontal, responsable del
control voluntario de la conducta, tan característico de este síndrome.
Sin embargo, serán necesarios más estudios que permitan una
mayor fiabilidad, puesto que dada la escasa muestra de niños que se ha empleado
en el presente se presenta muy sensible a sesgos experimentales.
Serán las futuras investigaciones, que repliquen esta misma,
las que desentrañen si finalmente existe una incapacidad total en el
reconocimiento del enfado en estos niños o por el contrario es cuestión de
grado, y en este caso en qué medida se da, pero también habrán de clarificar en
qué dimensiones específicas de la vida de los niños con TDAH estaría incidiendo
este hecho para saber en qué variables podemos nosotros actuar, así como
también conocer si esta incapacidad se extiende a otras emociones... En
resumen, supone un gran descubrimiento que habrá que seguir muy de cerca.
Patricia Merino López
Fuente: www.sciencedirect.com
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