Con la denominación "Paruresis" se hace referencia
a un un trastorno caracterizado por la incapacidad de su individuo para orinar
en servicios públicos y/o fuera del domicilio habitual a causa de la exposición
pública de su persona a estos mismos, de ahí que además también se le conozca
como el "Síndrome de la Vejiga Tímida".
La gravedad de la paruresis puede
variar desde los síntomas más leves hasta los síntomas más severos, en cuyo
caso estaríamos hablando de un trastorno en sí mismo.
Si bien en su expresión más
severa constituye un verdadero trastorno tal y como comentamos, su forma leve
es bastante común entre las personas y no se considera especialmente
perjudicial para su salud: ¿Quién no ha parado alguna vez de miccionar debido
al sobresalto de un ruido o a una sensación de exposición pública?
En el caso de una gravedad
máxima, sin embargo, estos síntomas pueden tornarse en una verdadera
incapacidad para orinar fuera del hogar, con todo el riesgo para salud que esta
retención urinaria pudiera implicar para la persona, además de incapacitarla por
completo a su vez a salir de su casa por períodos prolongados en estos casos de
síntomas severos. Esto es, le estaría incapacitando al individuo para trabajar,
para participar en reuniones sociales, eventos familiares, y como no en viajes a
grandes distancias.
Se sabe que el Síndrome de la
Vejiga Tímida afecta aproximadamente al 7% de la población americana, lo que en
cifras españolas situaría en 300.000 los afectados severos de este trastorno.
Aún a pesar de ello, no es un trastorno conocido para la comunidad psicológica
encargada de su tratamiento, e incluso puede tildarse de tabú, desde que en 1974
un desafortunado discurso del presidente de la APA (American Pychologycal
Asociation) restara importancia a una investigación de la época sobre este síndrome.
Investigación, que junto con muchas otras, hoy se retoman para dar más explicación
a un conjunto de síntomas que se estima, como decimos, esté afectando de manera severa a más de 20 millones
de personas.
En estos casos en los que la
gravedad de los síntomas se torna incapacitante para que el individuo prosiga
con su día a día y goce de bienestar, y en definitiva en todos aquellos casos
en los que un aspecto de nuestra vida nos lo impide, será indispensable un
adecuado apoyo psicológico con la finalidad de retornar a un nivel aceptable este
bienestar y nuestra calidad de vida. En este caso concreto sobre el tratamiento
de la paruresis será el profesional de la psicología quien pueda ayudar
específicamente a controlar estos síntomas guiando al individuo en su vuelta a
la adaptación con su quehacer cotidiano y su bienestar habitual.
Patricia Merino López
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