viernes, 27 de febrero de 2015

RISA TERAPÉUTICA: ENTRENANDO EL BUEN HUMOR

Como ya lo predicaran Erickson, Beck o Ellis, entre muchos otros, y tal como lo aprendemos los profesionales del comportamiento humano a lo largo de nuestra carrera profesional, es de relevancia  mayúscula que el psicólogo posea y demuestre un buen y gran sentido del humor a sus pacientes (que no comportamiento irrisorio) durante y a lo largo de la mayoría de sus intervenciones terapéuticas con los mismos, además de consigo mismo. 

La finalidad no es otra que la de servir de ejemplo de comportamiento al paciente y que éste finalmente se contagie del buen humor, lo aprenda, y aprehenda ese sentido del humor con el que pueda desdramatizar con facilidad los pequeños errores de la vida. Además, de ayudar a ambos, paciente y profesional, a relativizar con mayor ingenio y seguridad cualquier situación de su rutina diaria.

Sin embargo, lo que el psicólogo no aprende en sus años de carrera, ni tampoco en su experiencia profesional, y por tanto tampoco podrá enseñar a menos que aprenda y entrene por su cuenta, es su capacidad de ingenio humorístico. O lo que es lo mismo: Su sentido del humor.

Si bien es cierto que la mayoría de los profesionales del comportamiento humano cuentan con este recurso, también lo es que muchos han de adquirirlo, y que en definitiva todos, tienen momentos más o menos álgidos en su vida que lo desgastan o disminuyen, por lo que siempre habrán al menos de entrenarlo. Y lo mismo ocurre, claro está, con las demás personas incluídos los pacientes.
 
¿Cómo entrenar el buen humor ante la vida?

Actualmente contamos con bastantes menos recursos y metodologías de las que nos gustaría para entrenar esta importante habilidad. La totalidad de la humanidad, sin excepciones ni diferencias de raza o cultura, está de acuerdo en admitir la sonrisa y la risa como la expresión más natural y certera de bienestar humano, y sin embargo, esa sonrisa que tanto busca cualquier profesional sanitario, ya sea psicólogo, otorrino o cirujano, no cuenta aún con una intervención lo suficientemente reconocida para su tratamiento, muy a pesar de su existencia, de sus bases científicas y de las bases médicas que la sustentan, o no al menos con el reconocimiento que merece.

Esta metodología que nace en la medicina y que se refugia en la ciencia probada es: La Risa Terapéutica. Este importante recurso metodológico no sólo entrenará al paciente su sentido del humor, sino que también y como especial añadido, a través de su práctica continuada ejercitará y mejorará su autoconcepto, su autoestima (aumentándola), sus habilidades sociales y comunicativas, que serán en esta terapia una constante, su desinhibición sociocultural, entre muchas otras, así como su capacidad para reír como recurso natural de equilibrio psicofisiológico, y todo ello a través de una no menospreciable potenciación de la segregación de neurotransmisores tales como las endorfinas, la serotonina o la dopamina, por ejemplo.

Asimismo, no es únicamente una terapia orientada hacia el paciente, que dependiendo de una y otra característica psicopatológica, se verá favorecido por unos u otros beneficios de la Risa Terapéutica, sino que también, es el mejor método de aprendizaje para el profesional de la salud psicológica, y por tanto, un logro de gran importancia en su bagaje profesional.

De esta manera, la Intervención en Risoterapia se alza como un recurso a tener en cuenta en el desarrollo de tratamientos psicológicos, sino de primera línea, sí al menos como tratamiento de apoyo, que a pesar de haber ganado su reconocimiento en la Intervención Psicológica en pacientes enfermos de cáncer o en tratamientos de estrés postraumático infantil donde Unicef le saca su máximo partido, aún nos resistimos a incluir en nuestra colección de herramientas terapéuticas, más a pesar aún del beneficio ulterior que este tratamiento posee en la salud mental del paciente.

En definitiva, La Risoterapia, que no entiende de raza, sexo, religión, o estado, puede ser una gran aliada del profesional de la psicología y por ende del bienestar humano, tal y como lo es reír, pasear o pasar el rato con familia y amigos, que tantas veces aconsejamos y prescribimos a nuestros pacientes. 

Aunque su desconocimiento ha de suponer necesariamente la desconfianza hacia su práctica, una buena manera de conocer sus beneficios o desventajas puede ser sumergirse en ella durante unas horas al mes y comprobar en primera persona sus beneficios, que seguro no os dejarán indiferentes y marcarán un antes y un después, no sólo en nosotros mismos sino también y además, en nuestros mimados pacientes.

Patricia Merino López 
Psicóloga y Risoterapeuta en "Psicolog"

No hay comentarios:

Publicar un comentario