jueves, 4 de septiembre de 2014

¿QUÉ LES PASA A LOS ADOLESCENTES?



La adolescencia es una etapa de la vida del ser humano caracterizada por el atrevimiento, los fuertes cambios de humor o su intensidad vital, entre otras muchas cosas. Es en definitiva un momento evolutivo complicado en la vida de la persona, máxime si nos situamos desde el punto de vista de los padres. 
 
Varias han sido las ocasiones en las que me han preguntado sobre este tema últimamente, y es que,  si bien es cierto que todo el mundo conoce las características más sobresalientes de esta fase de la vida, también lo es que normalmente desconocemos que hay de cierto en todo lo que sabemos, se nos dice, o se comenta. O lo que es lo mismo, qué les pasa realmente a los adolescentes, cuáles son las bases subyacentes a esta etapa de la vida.


En un muy primer lugar y aún a riesgo de resultar evidente, hay que destacar que la adolescencia , tal y como sus definiciones indican, consiste en un nivel madurativo en el que el ser humano se encuentra antes de alcanzar la madurez: Esto es, aún no está maduro. A nivel orgánico el adolescente aún se está desarrollando, lo que equivale a que su maduración cerebral, y por ende psicológica, también lo está haciendo. Por tanto es muy relevante aceptar que no podremos exigir a un adolescente la capacidad mental de un adulto todavía.


Este punto madurativo es de especial relevancia, puesto que el adolescente se encuentra en una etapa en la que su cerebro comenzará a experimentar ciertas capacidades para después pasar a dominarlas en la edad adulta. Estas capacidades son entre otras muchas la mejora en la inhibición de una conducta no deseada, la planificación de sus metas o el desarrollo del pensamiento crítico, que hasta ese momento, por requerimientos también propios del organismo, gestionaban sus progenitores. 


Este nuevo abanico de capacidades y estrategias se ve impulsado por un considerable aumento de la velocidad de procesamiento del cerebro, que a los 15 años igualará la velocidad de un cerebro adulto, y que permitirá procesar por tanto más información en el mismo tiempo que antes. Esta condición necesariamente obligará al púber a reestructurar su pensamiento y adaptarlo con nuevas estrategias que regulen este aumento de información procesada y también esas nuevas capacidades derivadas de él.


Es por tanto el momento de experimentar estas nuevas capacidades para convertirlas más tarde en habilidades, del mismo modo que un niño comienza a experimentar el habla o el gateo para más tarde echar a correr. No obstante, esta es una evolución mucho más lenta y estructurada que las anteriores, ya que pese a comenzar antes de la pubertad y terminar bien entrada la edad adulta, será en la adolescencia cuando tenga su máxima actividad.


No hay que olvidar tampoco que en esta etapa de la vida los cambios hormonales también sufren su máxima, implicando el notable peso en el comportamiento que poseen las hormonas, y que determinan en gran medida los cambios de humor y también la intensidad del mismo, tal como sucede con el carácter existencial de los amores y desamores, las alegrías o las tristezas tan propios de este período. No son más que una consecuencia ulterior de una macro evolución, en la que esta edad, la adolescencia, suponía la etapa media de la vida y la más óptima para la reproducción. Hoy día el ser humano ha modificado sustancialmente este hecho a través de su influencia cultural, sin embargo, todavía no hemos dejado el tiempo suficiente para que esta macro evolución biológica se adecúe, si es que ha de hacerlo, a nuestros usos y costumbres. 


Lejos de este contexto madurativo, también hay que tener en cuenta el contexto social en el que el adolescente habrá de desenvolverse en este delicada fase. El púber en esta etapa, además de transformaciones en la apariencia, sufrirá como consecuencia directa de éstas, cambios sociales, en tanto que el entorno social comenzará a exigirles una conducta mucho más madura y por tanto, que comiencen a responsabilizarse en gran medida de sus actos, lo que hasta ese momento era competencia también de los padres.


Es decir, ahora la sociedad dejará de pasarles por alto pequeños despistes o infracciones de las normas sociales para pasar a exigir cierta responsabilidad en base a su apariencia ya adulta, lo que inevitablemente hará que el adolescente experimente situaciones novedosas junto con una interiorización de las nuevas normas culturales y ponga a prueba otras reglas que hasta ese momento no había tenido oportunidad: Es el momento de poner a prueba las normas socioculturales que han enseñado los padres (y que han aprendido los hijos) y de crear otras nuevas que se adecúen mejor que las anteriores a la experiencia real del adolescente.


De ahí, que en este momento de la vida, los jóvenes sean más intransigentes, se enfrenten más a los padres, desobedezcan o estén en constante cuestionamiento de la dinámica familiar y social, pues están aprendiendo a moverse en su nuevo entorno.


Aún con todo, sigue siendo un juego de niños, que como decimos se difuminará también en los años anteriores y posteriores a la adolescencia, teniendo cada persona su propias características. Pero juego de niños necesario para aprender e interiorizar los nuevos cambios orgánicos, sociales y culturales que están teniendo lugar en el adolescente. Será primordial en esta etapa que los padres aprendan a negociar estos nuevos roles de "semi-adultos" y comiencen a delegar en sus hijos nuevas responsabilidades, pues este período de la vida es un excepcional momento para rentabilizar esos cuestionamientos o resistencias que puedan surgir en los hijos como una nueva lección a aprender, que no a reprender. Por lo tanto, paciencia, comprensión y cariño serán los ingredientes básicos para afrontar los gateos en esta nueva etapa paterno filial.




2 comentarios:

  1. Me ha gustado mucho este artículo. Esta es una etapa apasionante que deja una profunda huella en nuestras vidas y en la de quienes viven a nuestro alrededor. Que haríamos si pudiéramos repetirla tras 20 o 30 años de experiencia adicional? Seria muy diferente o las turbulencias hormonales nos llevarían a los mismos extremos?
    Un abrazo Patricia

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  2. Yo creo que has dado en el clavo, puede que esta etapa sea más intensa, pero desde luego no es la única en la que el cuerpo cambia vertiginosamente. No se pueden menospreciar esas turbulencias hormonales... Y para muestra un botón en la menopausia y en la andropausia...

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